Octubre 4 y 5
Uruguay, País de Pensamiento
Carlos Vaz Ferreira
Uruguay, País de Pensamiento
Carlos Vaz Ferreira
ALGUNAS VECES nuestro país hace justicia con sus grandes hombres. Tal el caso
de Vaz Ferreira, cuyo nombre es sistemáticamente asociado en la tradición cultural
uruguaya a palabras como «filosofía», «reflexión», «ideas», «pensamiento».
Aunque no se lo haya leído lo suficiente, éste vínculo inercial refleja superficialmente
una profunda verdad: Carlos Vaz Ferreira es, por su peso específico, el
primer filósofo uruguayo.
Su fecha de nacimiento —año 1872— lo ubica como integrante de la célebre
Generación del 900, a la que pertenecieron entre otros su hermana María Eugenia,
Horacio Quiroga, Julio Herrera y Reissig, Florencio Sánchez, y José Enrique Rodó.
De toda su promoción, fue el más humanista, el de mayor cultura general y el
más entregado a la fecunda tarea de enseñar, de transmitir sus conocimientos de
forma generosa, conciente que la educación y el amor gratuito al saber es el mayor
patrimonio de una nación.
Fue tal su dilatada dedicación a la docencia —a la divulgación de ideas y
conocimientos— que su personalidad quedaría incompleta si se lo considerara
sólo en su faceta de teórico y ensayista al cual no le fueron ajenos ni los temas
científicos ni los artísticos. Es que Vaz Ferreira abarcó con su magisterio las tres
ramas de la enseñanza formal uruguaya: primaria, secundaria y universitaria.
En este sentido su gran logro —por el cual luchó tres décadas— fue la creación
de la Facultad de Humanidades y Ciencias (1946) de la que fue decano durante
los primeros cuatro años. Resulta notable cómo tempranamente Unamuno detectó
éste rasgo definitorio de su estilo ya en los primeros trabajos del filósofo
uruguayo, al afirmar que sus libros «parecen más hablados que escritos», y que
«a través de las palabras del filósofo se oye la voz del profesor».
Vale la pena destacar en este sentido, que su dedicación e independencia de
criterios en la función pública fueron ejemplares, ya que en todo momento puso
en práctica lo que el filósofo-moralista predicaba en sus escritos. Nos referimos a
las ideas pregonadas en sus libros más conocidos: Los problemas de la libertad (1907),
Moral para intelectuales (1909), Lógica viva (1910) y Fermentario (1938). «La conducta
sincera por parte de los hombres de pensamiento es la condición más indispensable del
mejoramiento intelectual y moral» , decía Vaz Ferreira con el convencimiento y la
fuerza de quienes hacen de su vida el reflejo de sus ideales.
Una consecuencia directa de esa «conducta sincera» postulada por el filósofo
ha sido su total falta de dogmatismo y ataduras a escuela alguna de pensamiento.
Por eso es más que acertado lo que se ha dicho de él en este sentido: «En vano
se rastrearía en su vastísima producción —sea ella de filosofía pura o metafísica, de ética
o estética, de filosofía de la religión o de filosofía jurídica y social o pedagogía— la más
leve claudicación de su actitud mental para abordar, esclarecer, y en su caso resolver
ninguna cuestión.»
Por todo esto, recordar la figura de Carlos Vaz Ferreira en el Día del Patrimonio
2008, significa homenajear a todos los libre pensadores uruguayos, una especie
cada vez más escasa y que sin embargo ha sido la que alguna vez hizo de este
país un espacio fermental en lo que a producción y debate de ideas se refiere.
Fuente: http://www.patrimoniouruguay.net/descargas/DIA_PATRIMONIO_2008.pdf
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